POR:
SERGIO BEDOYA
https://www.france24.com/es/20200408-coronavirus-latinoamerica-lucha-clases-desigualdad-cuarentena |
El COVID-19 es un fenómeno que ha sido analizado
desde distintos ámbitos. El gobierno colombiano se ha centrado, especialmente,
en el espectro económico; sus decretos se han centrado, hasta el momento, en
medidas económicas para contrarrestar los problemas económicos de las medianas
y grandes empresas. Los préstamos a las empresas, la reducción de la cuota de
pantalla, y la centralización de la compra de alimentos para las comunidades no
representan nada más que herramientas y artefactos para sostener una idea de
desarrollo que han tenido en quiebre a la sociedad colombiana desde antes de la
constitución de 1991.
El COVID-19, un virus que ha puesto en jaque no
sólo a la humanidad misma, sino que, además, ha puesto en evidencia las
contradicciones del sistema en curso. La desigualdad salarial entre un pequeño
sector de la población y el grueso de la población ya es algo evidente. A esto
hay que sumarle, los miles de colombianos y colombianas que viven de la
informalidad en nuestro país y que hasta el momento siguen desprovistos de
ingresos y, obviamente, de seguridad social.
Sin embargo, y a pesar de la facticidad de los
hechos, los medios de comunicación no han dado el cubrimiento necesario a estos
hechos. Las columnas de opinión y cadenas de Whatsapp sí que lo han hecho,
puesto que estas son escritas por la gente de a pie, por la gente que padece la
necesidad, y no por tecnócratas o periodistas que tienen un presente
medianamente asegurado y se han desconectado de nuestro presente social.
La teoría crítica de la sociedad, herencia del
pensamiento frankfurtiano, ha hecho visible distintos aparatos de control que
pueden evidenciarse en la sociedad, pero, además, nos han mostrado categorías y
conceptos de análisis que nos permiten una rigurosidad diferente, a saber, una
rigurosidad crítica frente a nuestro “objeto analizado”.
Los decretos presidenciales para la pandemia se han
enfrascado, no en dar soluciones a las crisis económica, salubre y social que
vivimos las y los colombianos, sino que enmascaran distintos intereses detrás
de ellos. Por ejemplo, el Decreto Legislativo 517 del Ministerio de Vivienda,
que ha sido presentado por los grandes medios -más adelante hablaremos de
ellos- como un alivio para la economía de las gentes, sin embargo, lo que hacen
es diferir el pago de los servicios públicos a los próximos 3 años, manteniendo
así la deuda de los colombianos mientras el Estado asume el pago de los mismos.
Otro ejemplo, y esto por si existen todavía fervientes creyentes de la
benevolencia del Estado, es el Decreto Legislativo 516 del Ministerio de
Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC), que se centra en
la reducción de la cuota de participación de las producciones nacionales en los
horarios Triple A y de alta sintonía.
Con respecto al primer decreto podríamos decir que,
en primer lugar, si una empresa posee el derecho a explotar los monopolios
naturales; como son los servicios públicos, y a cobrar una tarifa que si bien
se basa en una fórmula matemática es casi indescifrable, ¿por qué no pueden
contribuir estos enriquecidos a costillas de los derechos básicos de la
ciudadanía con la disminución o condonación del pago de servicios públicos? ¿no
será más bien que el interés del Estado se centra en que el flujo de caja de
estas empresas no cese así el de la gente de a pie sí lo haga? Por más de que
se trate a la filosofía -y con ello a la teoría crítica- como una ciencia
especulativa, la especulación en estas ciencias no es la del corrillo o del
pasillo. No podemos atrevernos a hablar de ciertos intereses de algunos
colombianos, no somos videntes, pero sí podemos poner en duda la benevolencia
que en un primer momento se presentan en estos hechos. Marx, hace ya un tiempo,
escribía “si las cosas fuesen tal y como se presentan no habría necesidad de
ciencia” (IA), y el análisis del derecho es también una forma de filosofía[1].
https://m.europapress.es/internacional/noticia-grecia-informa-seis-nuevos-fallecidos-coronavirus-suma-ya-38-muertos-20200329182414.html |
Por otro lado, con
respecto al Decreto 516, podemos ver una dualidad en apariencia interesante del
Ministerio de Tecnologías: se proponen reducir la participación de producciones
nacionales en los espacios televisivos -lo que además de atentar contra el empleo
y la “productividad” nacional no tiene ningún grado de conexidad con los
efectos plausibles de la pandemia-, y busca contentarnos con un paquete de conectividad
de que
se traduce en 200 mensajes de texto y navegación gratuita a 20 direcciones de
internet, como si las clases mediadas por las TIC pudieran realizarse por las
direcciones de internet aquí presentadas. Además, este “beneficio” que entregan
los operadores, ¿será que sí corresponde con el aumento de suscriptores y
contratos durante esta pandemia? Claramente sabemos que no. La clave de
cualquier forma de negocio en el marco del sistema capitalista se basa en el
aumento de la tasa de ganancia; una ganancia que se ha venido incrementando,
cada vez más, por las decisiones del gobierno nacional.
Así pues, nos hemos referido
apenas a dos ejemplos concretos y reales de la política del gobierno nacional
empleada hasta el momento para “combatir la amenaza”, pero lo que vemos, en
primera instancia, no corresponde con la realidad de los fenómenos. Lo que sí
se evidencia es un desconocimiento de la situación real de las y los
colombianos por parte del gabinete de la presidencia y, además, de un afán de
acrecentar.
Ya para finalizar, creo que es
fundamental entender que todas estas medidas corresponden, claramente, a una
idea de desarrollo que han tenido los gobiernos colombianos desde la última
década del siglo pasado. Allí, en esos años, se finalizaron las medidas
proteccionistas que habían caracterizado a las políticas económicas hasta el
momento, y se abrió paso al nuevo mercado. Esta idea de desarrollo se había
planteado bajo una óptica -por lo menos para los países industrialmente
avanzados- en la consolidación de la industria y del sistema financiero. Sin
embargo, en nuestro país se dio un crecimiento y afianzamiento de la producción
agrícola -en especial del café- y no de la industria. Algunas de las industrias
locales como eran las manufactureras (Coltejer) o de bebidas fueron
desapareciendo frente a la producción internacional o sucumbieron ante las
tentadoras ofertas del capital extranjero.
En este sentido, la industria
colombiana se ha visto disminuida casi hasta su desaparición, o, en el mejor de
los casos, cooptada por capitales transnacionales, que han asegurado su dominio
en un mercado donde los oligopolios cada vez aparentan ser más un monopolio.
Así pues, la idea de desarrollo que nos ofrecen las entidades internacionales y
nuestro gobierno nacional, claramente no se ven respaldadas por los hechos
sociales, y por lo tanto, en un país enmarcado en la economía agrícola y del
tercer sector, requiere medidas que auxilien a una población carente de
servicios públicos en la Colombia rural, y a una población sumida en la
informalidad o sumida en una miseria disfrazada con televisores, computadores portátiles
y Iphones pero siempre acompañada de las deudas.
[1] No hace falta centrarnos únicamente en los
análisis que Hanna Arendt presentaba sobre Eichman, o los análisis presentados
por Jürgen Habermas en Facticidad y Validez, sino que podríamos
centrarnos también en los estudios de Franz Neumann (miembro del Instituto de
Investigación Social de Frankfurt) sobre los juicios de Núremberg.
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